Sin duda fue durante su estancia en Londres cuando Isaac Albéniz compuso algunas de sus mejores obras para sus conciertos. Era un profundo conocedor de los ritmos y canciones populares de todos y cada uno de los rincones de España, por lo que compuso entre 1891 y 1894 “Cantos de España”, una de las obras más importantes de aquella época. Por otra parte, la capital francesa seguía deslumbrada escuchando en sus salones nuevos ritmos y canciones españolas. Manuel de Falla, deseoso de ver publicadas sus obras por una de las relevantes editoriales musicales francesas, aceptó en 1909 las recomendaciones de Dukas y Debussy para publicar sus “Cuatro piezas españolas”. Estas piezas están dedicadas a Isaac Albéniz, “padre espiritual” de los jóvenes compositores españoles residentes en París, entre los que se encontraban Falla y Turina. Enrique Granados fue uno de los más grandes músicos que tuvo España en aquella época. Su exquisita sensibilidad y gusto por la composición quedan patentes en toda su obra. El lenguaje español romántico e intelectual de la música de Granados se basa en su deseo de ofrecer “música pura”, al margen de la provechosa melodía fácil o pegadiza del carácter andaluz. Lo cual, y aun así, le provocó varios disgustos.“Me siento tan catalán como cualquiera, pero en mi música quiero expresar lo que siento, lo que admiro y lo que me parece bien; ya sea de raíces andaluzas o chinas. Me parece que el arte no tiene nada que ver con la política”.


