Exposición : PILAR PEQUEÑO
Bloque(s): ARTE
Duración: Del 7 de febrero al 12 de abril de 2024
Pilar Pequeño, Madrid, 1944.
Desde muy temprano inicia una intensa relación con el dibujo. En 1961, ya en la Universidad, conoce a José Puga, que más tarde será su marido y que es quien la introduce en la fotografía. En 1965 entra a formar parte de la Real Sociedad Fotográfica. Desde 1975 a 1977 reside junto a su familia en Estados Unidos. A partir de 1979, a fin de profundizar en el dibujo, asiste durante dos años al estudio del pintos Justo Barboza. Entre 1982 y 1990 realiza su primer trabajo de plantas, Invernadero. De 1985 es su serie más corta Hojas. De 1988 hasta 1991 viaja por Europa y Estados Unidos y realiza su primer trabajo de paisaje urbano. En 1993 comienza a fota fotografiar las plantas en su estudio, creando naturalezas muertas. De 2000 a 2005 desarrolla la primera parte de su serie Huellas, fotografías de lugares abandonados, que van muriendo lentamente, un trabajo sobre la acción del hombre sobre el Paisaje, el paso del tiempo y la Memoria. En esta exposición la Naturaleza es la protagonista absoluta de la obra de Pilar Pequeño, un trabajo en el que la belleza reina sobre todas las cosas, pero en el que encontramos método, estrategia creativa y coherencia. Desde 1981, fecha en la que podemos datar sus primeros trabajos, hasta la actualidad, la observación de su entorno, y muy especialmente la búsqueda de ciertos aspectos de la naturaleza, definen en gran medida toda su producción. Si exceptuamos la serie Washington (88-91), en la que fotografía paisajes urbanos y edificios principalmente, todo el resto de su obra está compuesto por imágenes de flores , plantas y entornos naturales. En un proceso de ida y vuelta, desde sus Paisajes de 1982 hasta Huellas su serie más actual, Pequeño fotografía las diversas posibilidades que nos ofrece el mundo natural, una especie de botánica sutil y lírica que rescata la belleza y anula el paso del tiempo en todo lo que retrata. Flores y plantas que a veces son fotografiadas en sus paseos por el campo, y otras trasladadas a su estudio, colocadas e iluminadas, creando bodegones esenciales en los que la luz y la sobra definen formas y brillos. Plantas y frutos que componen todo un catálogo botánico, siempre en unos formatos fuera del tiempo, a la justa medida de unas imágenes intimistas y delicadas que parecen exigir nuestra calma y nuestro silencio para poder acceder a sus secretos. Su último trabajo trata sobre la huella del hombre en la naturaleza, una vuelta a su trabajo “americano” de finales de los 80, ampliando su objetivo y abarcando, siempre de una forma elegante y clásica, los puntos de fuga, y los elementos destacados de los edificios. Ruinas de lugares abandonados, en los que por los huecos de ventanas o puertas vemos asomar a la Naturaleza, auténtica y total protagonista de toda su trayectoria.
